|
||
|
LUGAR DE LUGARES
El estado actual del espacio público presenta una oportunidad única de integrar el espacio público dentro de la ciudad. El espacio generado después de la intervención ha de ser un espacio de fácil uso y acceso, un espacio sin jerarquías, un espacio permeable, un espacio de reunión, un espacio de paso, un espacio social, un espacio de vivencias y convivencias, un espacio de múltiples experiencias; en definitiva, un espacio de todos y para todos.
El estado actual del espacio público presenta una oportunidad única de integrar el espacio público dentro de la ciudad. El espacio generado después de la intervención ha de ser un espacio de fácil uso y acceso, un espacio sin jerarquías, un espacio permeable, un espacio de reunión, un espacio de paso, un espacio social, un espacio de vivencias y convivencias, un espacio de múltiples experiencias; en definitiva, un espacio de todos y para todos.
Para ello, la
primera y obvia decisión es la eliminación
del límite físico que caracteriza en la actualidad a este espacio. De esta
manera, el espacio de abre y se ofrece a la ciudad y sus ciudadanos. Se presta
especial atención a la intersección de las calles colindantes con la propia
parcela. Se crean, pues, espacios
amplios de recepción que no sólo actúan de remate visual a las calles sino
que sirven de colchón entre el las calles y el tráfico de los alrededores. Es a
través de estos espacios urbanos de
antesala donde el usuario accede, se adentra y sale del espacio generado en
el interior de la parcela.
Se considera
importante una mezcla de usos dentro
de la parcela generando focos de
atracción dispersados por toda la superficie de la parcela
independientemente de su uso. De esta manera se consigue alejarse de los
‘espacios especializados’ que pueden fácilmente caer en desuso; la parcela se
convierte a la vez en un lugar de
lugares y en un espacio de paso activando
así toda la superficie de la parcela.
Frente a la
compacidad del programa a edificar, se recurre a la fragmentación del mismo. Esto permite eliminar un frente edificado
que actuaría de frontera; la parcela se
abre, pues, definitivamente a la ciudad. La fragmentación del programa
genera espacios intermedios; pequeños espacios públicos entremezclados
con el programa y cuyos tamaños varían según la actividad que se realice.
La distribución de
la parcela responde, pues, a la fragmentación
del programa, la permeabilización
urbana de la parcela, el remate de
las calles aledañas y a la mezcla de los
usos en el interior.
El resultado es una secuencia de espacios entrelazados y
conectados entre sí que generan, según la actividad desarrollada en los mismos,
una multitud de atmósferas y
experiencias. Estos espacios sirven de espacio público más urbano y duro
(hacia el perímetro de la parcela) y más natural y blando (hacia el interior);
la diferencia entre ambos la marca el pavimento utilizado en su urbanización.
En el interior los volúmenes edificados de apoyo
(vestuarios, almacén, etc.) se ubican en torno al perímetro de la parcela pero
vinculados directamente a la actividad a la que sirven directamente. Se trata
de edificaciones con una materialidad
amable y sostenible.
La vegetación se intercala entre el
programa variando según su espacio circundante. Por un lado nos encontramos con
zonas donde la topografía se modifica, permitiendo un mayor aislamiento con
respecto a la ciudad, donde se encuentran los pinos que permiten crear grandes zonas de sombra a sus pies. Por
otro lado se proyectan una serie de palmeras
que, permiten organizar el espacio a su alrededor y entre las cuales se puede
pasear o descansar. Ambos tipos de vegetación son autóctonas y por ello una elección sostenible.
El nuevo espacio contiene
una edificación en altura, una atalaya
que sirve de hito urbano y de foco
de atracción a la parcela. Se trata de una sencilla edificación que permite una
gran versatilidad en cuanto a su uso en el interior pero que en su última
planta se convierte en un faro urbano
desde el cual se puede observar una vista
de pájaro de Roquetas de Mar, el horizonte
del mediterráneo y, en el lado opuesto, ofrece una vista del paisaje blanco de los invernaderos; un
paisaje único y característico de la zona.